La
humanidad se jugaba su futuro en un gran partido de fútbol. Era la
última oportunidad que nos habían dado los marcianos antes de
exterminarnos. Solo unos pocos equipos formados por los mejores
jugadores de los mejores clubs del mundo se ofrecieron a salvarnos.
Bueno, esos, y un equipo de abueletes. Y como suele pasar con estas
cosas, fue el equipo que salió elegido en el sorteo.De nada
sirvieron las quejas de los gobernantes, las manifestaciones por todo
el mundo o las amenazas. Los marcianos fueron tajantes: el sorteo fue
justo, los abuelos jugarían el partido, y su única ventaja sería
poder elegir dónde y cuándo.Todos odiaban a aquellos abuelos
viejos, despistados y entrometidos, y nadie quiso prepararlos ni
entrenar con ellos. Solo sus nietos disculpaban su error y los
seguían queriendo y acompañando, así que su único entrenamiento
consistió en reunirse en corro con ellos para escuchar una y otra
vez sus viejas historias y aventuras. Después de todo, aquellas
historias les encantaban a los chicos, aunque les parecía imposible
que fueran verdad viendo lo arrugados y débiles que estaban sus
abuelos.Solo cuando los marcianos vinieron a acordar el sitio y el
lugar, el pequeño Pablo, el nieto de uno de ellos, tuvo una idea:
-
Jugaremos en Dinamarca. Mi abuelo siempre habla de ese estadio. Y lo
haremos en 1960.
-
¿En 1960? ¡Pero eso fue hace más de 50 años! - replicaron los
marcianos.
-
¿Vais a invadir la tierra y no tenéis máquinas del tiempo?
-
¡Claro que las tenemos! - dijeron ofendidos. - Mañana mismo haremos
el viaje en el tiempo y se jugará el partido. Y todos podrán verlo
por televisión. Y al haber jugado ya en ese partido tuvieron mas
experiencia, y jugaron el partido sin problema. Asi ganando a los extraterrestres sin problema.
FIN.